Tras
la gran marea, la península ibérica quedó aislada del continente. Diversos
reyes se proclamaron en el trono y fundaron sendos estados, tras una serie de
guerras de conquista y anexiones por sucesión, solo sobrevivieron cinco de los
reinos. Pyrenaen, al noreste, donde se encuentra la sede de los Urielitas; Canta, en el norte y el noroeste; Tierra
Carpeta, la zona central; Valencia en
levante y Ebrotal, también en levante, el reino más pequeño.
Los títulos
proliferaron rápidamente y en un intento por mantener la sangre noble,
comenzaron a emparentarse los nobles. Con la invasión de las bestias, vino la
necesidad de plantar cara al unísono ante el enemigo común. El cruce de linajes
y los intereses territoriales habían llevado a Juanfran II, rey de Tierra
Carpeta a poseer títulos en los otros cuatro reinos, por lo que tomó el
liderazgo. Tras la expulsión de las bestias, Juanfran III, hijo del anterior
monarca se autoproclamó señor de los cinco reinos.
La
presencia de múltiples reinos fomentó el comercio, dando lugar a una isla
autosuficiente y uno de los territorios más ricos de Europa. Además, la
mentalidad abierta de los isleños y la tolerancia que se respira han dado lugar
a la fundación de dos ciudades diácodas independientes, Cordova y Guadia Real,
donde la tecnología se ha desarrollado al margen de la iglesia.
En
la ciudad-monasterio de Lacoru se alza la catedral del apóstol San Yago, a
quien, según la leyenda, se le vio cabalgar contra las bestias en la
reconquista. En el noreste se alza el firmamento Urielita, donde se entrena a
civiles en el arte de la exploración, lo que ha llevado a la proliferación de
grupos de mercenarios exploradores, conocidos como “guías de la marca”, que se
adentran en territorio africano en busca de información. Aunque muy pocas de
estas expediciones vuelven, la información conseguida es de vital importancia.
Hace pocos años se descubrieron asentamientos humanos en pequeñas ciudades como
Tanger o ruinas como las de Algir.
El
ejercito Ebrón está formado principalmente por milicias e irregulares, aunque
cuenta con unos estupendos soldados regulares y cuerpos de élite, el más
importante de ellos es el de los caballeros de san Yago. El escudo de los
reinos es la cruz de san Yago coronado en rojo sobre fondo en oro. Los soldados
portan, en ocasiones los escudos de su reino o de su señor, dependiendo de las
circunstancias. Los caballeros de san Yago, sin embargo, visten de blanco
portando el blasón del santo sin la corona.
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